Como en un tablero de damas, esta reforma juega con líneas y diagonales para conectar espacios antes inconexos. La vivienda, alargada y compartimentada, se transforma en una secuencia fluida y luminosa que organiza la vida entre la calle y el patio.

La luz entra hasta el corazón de la casa, donde el pasillo se fragmenta y deja de ser mero tránsito para convertirse en lugar. Dos volúmenes —baño y dormitorio— articulan el recorrido como piezas sueltas, aportando ritmo, usos y relaciones.

El juego de texturas y materiales, combina la restauración y puesta en valor de elementos preexistentes en la vivienda como el parqué de madera maciza y las baldosas, con la incorporación de algunos nuevos ingredientes: pavimentos continuos, estructura vista, más baldosas cerámicas y algunos toques de color, buscando todos ellos dialogar y respetar la esencia de la vivienda original adaptándola con honestidad a nuevas formas de habitar.