El concepto -lanzado por el arquitecto Le Corbusier a mediados del siglo XX- trata de dar un sentido a las cubiertas y azoteas de los edificios.

En su historia, la humanidad ha vivido en constante relación con el cielo. Desde las actividades más cotidianas hasta las más espirituales estaban relacionadas con el mismo. En unos casos, la necesidad era la protección y en otros la adoración.

Gracias a la era de la digitalización y las imágenes de satélite, volvemos a tener relación con nuestra bóveda celeste, aunque esta vez desde arriba en lugar de desde abajo.

En Baleares, donde el territorio es limitado por su condición aislada y el paisaje, por tanto, ha de ser especialmente preservado, la quinta fachada juega un papel fundamental.

Qué mejor noticia que ser conscientes de que, además de las cuatro fachadas para relacionarnos con el paisaje, tenemos la quinta para reconstruir el paisaje sustraído, darle usos y, por qué no, abrir ventanas que nos permitan volver a mirar al cielo.

Fotografía de vivienda unifamiliar en Formentera del arquitecto Henri Quillé